martes, 26 de enero de 2010

Relación teodicedánea.

Una teodicea es la tentativa de encontrar un motivo para las cosas desagradables de la vida. Tal y como su nombre indica, las teodiceas suelen apelar a Dios, cuyos caminos son insondables, nos pone a prueba, nos dio libre albedrío, etcétera. Pero también existen las que podríamos considerar teodiceas ateas, de las cuales talvez la más famosa sea la de Nietzsche, que veía el dolor y el sufrimiento como medios necesarios para hacernos más fuertes. Todas las teodiceas son, a fin de cuentas, actos de fe, y lo son porque todas ellas entrañan, explícita o implícitamente, la idea de que la vida tiene una finalidad o propósito. La vida tiene un sentido, y el objetivo de la teodicea consiste en identificar dónde [dentro de ese contexto] hay que situar el medio, el dolor y el sufrimiento. Una de las cosas más difíciles de hacer es no sólo aprender que la vida no tiene sentido, sino aprender por qué la idea de que lo tiene [o debería tenerlo] nos aleja de lo que es realmente importante.

No intento justificar el dolor y el sufrimiento, ni tampoco ofrecer una teodicea. La vida no tiene sentido, al menos no como suele entenderlo la gente, de manera que el dolor y el sufrimiento no contribuyen a crear ese sentido.

Finalmente, la felicidad no es un sentimiento: es una forma de ser. Si nos centramos en los sentimientos, nos perderemos lo esencial. Recuerda: a veces los momentos más desagradables de nuestra vida son los más valiosos. Particularmente, me quedan muchos momentos desagradables por vivir.

sábado, 16 de enero de 2010

Me voy a dormir.

Qué desbarato! Qué bochorno!

Tantas cosas que decir y ninguna por contar. El que piensa, piensa pues. Y luego se entristece porque razona de una manera concientemente errónea. El error este puede ser analizable desde cualquier punto de vista. El problema es que todos entendemos distintos puntos de vista y ''todos'' involucra a una cantidad incalculable de personas. Ergo, es incalculable los criterios. Es incalculable cuanto se dure así.

Se fue, se fue para siempre.

Finalmente, he aquí el punto irónico del asunto. Siempre lo he dicho, pero nunca se lo plantié a nadie; la vida se basa en tres secuencias de aprendizaje: aprender a aprender, aprender a asimilar y aprender a expresarse. En realidad, la mayoría de cosas que escribo no cuentan con este proceso, sobretodo, porque estas cosas no las he asimilado de una manera óptima y mucho menos son claras al expresarles. He ahí mi función y mi objetivo propio.

He escrito por escribir. Ciertamente, nunca se escribe por escribir, es una manera de interpretar el pensamiento, es una manera de interpretar aquel corto momento que llamamos vida.

Me gustaría dedicarlo a alguien, pero aún nadie se lo merece.
Tengo sueño. Me voy a dormir.